Esta primavera, viajé por primera vez a Asia. Fui a India con mi novio, Sanjay, quien creció allí en la pequeña ciudad de Nashik (claro, pequeña términos relativos de India, un país muy poblado). Aterrizamos en Mumbai después de dos vuelos y muchas horas en avión. En el aeropuerto, nos encontramos con una de las dos hermanas de Sanjay y su familia, y el hermano mayor de Sanjay, Vijay. Fuimos en carro a Nashik. Era la mitad de la noche pero las calles estaban llenas de coches y especialmente camiones que hacían entregas finales porque era el último día del año financiero. La ruta estaba llena de colores también – los cafés fueras con luces brillantes, mesas y sillas con personas bebiendo té, estantes de bebidas y tentenpiés, y los camiones decorados. Para mí, parecía como un desfile, pero allí era normal. A mí, me gustó mucho mirar desde la ventana durante el viaje de 3 horas a Nashik.

Llegamos a las cuatro de la mañana. Había estado viajando más de 24 horas en total y estaba muy cansada. También, era la medianoche para Vijay que hizo el viaje entre Nashik y Mumbai dos veces este día. Por eso, creía que íbamos a dormir y reunirnos con la familia por la mañana.

Pero no! Cuando llegamos a la casa, los sobrinos de Sanjay estaban allí, abriendo la puerta del jardín. El jardín estaba decorado con un camino de flores naranjas y blancas (marigolds) hasta la casa. La puerta estaba llena con flores también. La esposa de Vijay, Vandana, tenía cosas tradicionales para decir bienvenidos. Esparció arroz y pétalos de flores sobre mi cabeza. Hizo una marca roja de nuestros frentes para buena suerte. Para entrar, utilizamos nuestros pies derechos al mismo tiempo, también para buena suerte.

Una vez dentro, di un beso en los pies a la madre de Sanjay, un signo de respeto. Tenía una lámpara tradicional con aceite que hizo dar vueltas alrededor de nosotros. Y, había dulces para comer. Nos sentimos como realeza!